22 de marzo de 2015

Educación Social en el nuevo modelo de bienestar social (1)

Estado de Bienestar y crisis

Vivimos en una sociedad global, donde la diversidad y la heterogeneidad son nuestra realidad. Pero lo que impera es un único orden económico y cultural, el occidental. Un mercado asimétrico de narrativas identitarias (Beck, 1999).
Un mundo diverso cuya esencia es el cambio, la modernidad líquida que señala Bauman (2000), los sólidos conservan su forma y persisten en el tiempo: duran. Los líquidos son informes y se transforman sin parar: fluyen.  Así, la desregulación, la flexibilización, la liberalización de los mercados… son consecuencias de esa fluidez.
El Estado de Bienestar, cuyo origen se remonta a la época de la Ilustración, con la aparición de la figura del  Déspota Ilustrado, hace referencia a traer progreso y bienestar social y económico al pueblo.
Será a partir de 1945, como consecuencia de la crisis generalizada de la Gran Depresión, cuando este término encuentre su sentido, coincidiendo con el auge del capitalismo, o como dice Eric Hobsbawn (1999) “la edad de oro del capitalismo”.
La RAE define Bienestar como, “la organización del estado en la que éste tiende a procurar una mejor redistribución de la renta y mayores prestaciones sociales para los más desfavorecidos”. O como señaló Marshall, “la combinación especial de democracia, capitalismo y bienestar social”.
Los Estados de Bienestar fueron el resultado combinado de diversos factores, entre los cuáles se destaca el reformismo socialdemócrata, el socialismo cristiano, y las élites políticas y económicas conservadoras ilustradas. Todas estas fuerzas políticas y sociales en conjunto con los sindicatos impulsaron reformas de seguro obligatorio, protección al trabajo, salario mínimo, expansión de los servicios sanitarios y educativos, y alojamientos subvencionados estatalmente (Offe, 1990)

El estado de bienestar realiza una serie de intervenciones públicas, tales como: los servicios públicos, que incluyen la sanidad, la educación, servicios de ayudas a las familias. Normas y sanciones para proteger a los ciudadanos y residentes. Ofrecer las condiciones necesarias para la creación de un buen empleo y la reducción de las desigualdades sociales.
Actualmente, estamos viendo como los pilares que sostienen dicho estado de bienestar están muy deteriorados, tanto en Europa, como España.  Dichos pilares son, sanidad, educación,  pensiones. Y un cuarto pilar, como señala Vicenç Navarro, servicio de ayuda a la familia a través de las escuelas de infancia y servicios domiciliarios (dependencia).
Hemos sufrido una profunda crisis financiera y económica, derivando  en crisis política. Y como consecuencia de ello, padecido unos enormes recortes sociales para evitar “la quiebra” del estado, y ahora podemos ver las consecuencias a nivel social, la desigualdad.
La crisis ha sido la expresión de la exuberancia irracional de los mercados, dejando enormes consecuencias sociales y económicas. La socialización de las pérdidas, la reducción del gasto público, reformas que llevan al déficit, rebajas fiscales…. Todo ello supone la debilitación del Estado, dejándole sin capacidad para hacer frente a los efectos sociales de la crisis y avanzar en el desarrollo de los derechos sociales. Es decir, no ha habido una refundación ética del capitalismo.
Hay que señalar, que en España el Estado de Bienestar, siguiendo el modelo Mediterráneo, se caracteriza por su desarrollo tardío, con un gasto social bajo, basado en las pensiones, segmentación de los derechos,..Y con el auge de las ideas neoliberales el pacto social construido en torno al Estado de Bienestar se está desmantelando, mejor dicho, se lleva desmantelando desde la Gran Depresión, y ahora, con la Gran Recesión,  a través de la privatización de derechos (y de lo público), la  idea de la economía por encima de todo, en definitiva, impera la filosofía del pensamiento único que señala Gramsci.

       Políticas sociales. Actualidad y futuro

Con esta situación, nuestros gobernantes entendieron que la solución, o mejor dicho, el parche para la crisis era llevar a cabo políticas de ajuste permanente, que tenían como objetivo, recuperar la confianza en los mercados y la consolidación fiscal. Esto se traduce en, mejorar el enorme crecimiento de las rentas del capital y su concentración en una minoría; y por otro lado, la escasez de dinero para la mayoría de la población,  tal y como apuntan desde el Observatorio Social de España.
A nivel social, todas estas políticas de ajuste vacían el contenido del Estado de Bienestar y cuestionan el pacto intergeneracional y supraclasista. Pretendiendo que la viabilidad de este sistema pase por su polarización y su condición asistencialista.
Así, el panorama actual nacional está compuesto por nuevas formas de pobreza, precariedad, abandono y olvido hacia los más vulnerables, con una situación Europea de incertidumbre y desconfianza. Desconfianza de los ciudadanos en las instituciones, las cuales tendrían que ser garantes de sus derechos.
Las políticas de austeridad responden a los intereses de una minoría, el capital financiero, puesto que la opción de las políticas redistributivas afectaría a la inflación, y con ello a la banca. Y por otro lado, tenemos que las prácticas especulativas de la banca se están dirigiendo hacia áreas como la seguridad social y los servicios públicos (Navarro, 2012).
El futuro pasa por las políticas de crecimiento  dirigidas a la redistribución de la riqueza para garantizar los cuatro pilares del bienestar como apunta Rodríguez Cabreo. Y que la economía siga la senda del crecimiento sostenible, la senda del desarrollo social. Para ello hace falta una redefinición del marco europeo donde la política gobierne al mercado, el crecimiento sustituya al ajuste continuo, y lograr acuerdos en función de los derechos sociales.
Comenzando esta reforma en un contexto europeo, donde las reformas persigan el desarrollo social, atendiendo así a la cuestión social (desarrollo de los derechos) a través de tres acciones, garantizando una renta, promoviendo la inclusión laboral y unos servicios públicos de calidad (sanidad, educación y servicios sociales). Para que en clave nacional, los Estados se preocupen por la producción de bienes colectivos e inversión social, abandonando así la idea de un  Estado asistencialista.
El marco general de actuación viene dado por la inexcusable necesidad de impulsar un nuevo pacto social y adaptarlo a las exigencias del nuevo escenario postindustrial y global (Jordi Sabater y Anne-Margrethe Semneland 2010). Es decir, reformular aquel estado de bienestar del siglo XX, donde se siga luchando por una sociedad más justa donde las necesidades de las personas estén cubiertas y puedan desarrollar sus proyectos de vida.

      

1 comentario:

  1. Desde la infancia y a veces sin darnos cuenta, recibimos información sexista, por lo que incluso con los avances actuales seguimos notando esas diferencias tanto directa como indirectamente. A medida que vamos creciendo, si nos fijamos en comentarios esporádicos que hacemos sin segundas intenciones, aunque no queramos, acabamos teniendo una actitud y comportamiento diferente entre sexos, por lo que es importante tener en cuenta la función del Educador Social, que va a buscar la igualdad de género. Éste debería hacer hincapié en el control de anuncios a los que nos vemos expuestos diariamente, realizar talleres y campañas donde expliquen la verdadera importancia de este tipo de publicidad y sobre todo actividades entre hombres y mujeres para que ambos vean que las diferencias no existen, sino que somos las propias personas las que las creamos.

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